Actualmente, la humanidad vive un progreso tecnológico nunca visto a lo largo de su historia y que se caracteriza principalmente por su frenética evolución en campos muy diferentes. Este progreso tecnológico abanderado por internet, conducido por las mejoras en: microprocesadores, capacidades de almacenamiento de datos, anchos de banda disponibles en las redes, tecnologías de sensores, protocolos de comunicación o sistemas de almacenamiento energéticos, entre otros, y afianzado por los avances en la gestión de sistemas, ha permitido, entre otras cosas, que una gran variedad de entornos (profesionales y personales), hayan sido informatizados, automatizados y conectados a internet.
Así, internet ha pasado de ser un medio reservado solamente a facilitar el acceso a la información a convertirse en un medio que posibilita la comunicación entre diferentes dispositivos, permitiendo su acceso y control a distancia. Esa variedad de dispositivos va desde simples ordenadores y móviles a un termostato en una habitación o el congelador de una cocina, pasando por equipos e instalaciones en factorías, en definitiva, cualquier dispositivo susceptible de ser conectado a internet (actualmente, el número de dispositivos conectados a internet excede los 30 billones, estimándose que este número alcanzará los 75 billones en el 2025).
En consecuencia, todo esto ha propiciado que actualmente el Internet de las Cosas (en inglés Internet of Things, o en sus siglas IoT) se haya convertido en la principal tendencia tecnológica, encabezando el desarrollo en el sector de las TIC (Tecnologías de información y Comunicación), así como de otros sectores que han visto en las nuevas tecnologías IoT un futuro prometedor como fuente de innovación y nuevos modelos de negocio.
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